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La obesidad infantil es un problema que está especialmente extendido entre la población latina. Pero a pesar de ser un problema de salud sobre el que hay que actuar lo antes posible, la obesidad en los niños no se puede tratar de la misma forma que se trata la obesidad de un adulto puesto que los niños se encuentran en una etapa de crecimiento.
Precaución con las dietas
La obesidad de un niño es algo que se desarrolla a lo largo del tiempo. Sin embargo cuando los niños obesos empiezan a ir a la escuela, y comienzan a ser el objeto de las burlas de sus compañeros, suele ser el momento en el que muchas familias deciden actuar sobre el problema.
La primera reacción de los padres preocupados es poner a su hijo "a dieta” o restringir la cantidad de comida a la que tiene acceso. Este método presenta problemas por varias razones. Por una parte los niños están en una etapa de crecimiento y para seguir desarrollándose necesitan contar con una serie de nutrientes esenciales que les aportan ciertos alimentos. Por otro lado, poner a un niño "a dieta" con menos comida, o con una comida diferente a la del resto de la familia, no suele dar mucho resultado porque les crea más ansiedad y destaca aún más su problema.
Si considera que su hijo está obeso lo más recomendable es acudir primero a su doctor para ver en qué estado de salud se encuentra y si ha empezado a desarrollar alguna enfermedad relacionada con su sobrepeso. En caso de que su pediatra no le pueda ofrecer un asesoramiento nutricional completo, como por ejemplo crear una estrategia para mejorar la alimentación de su hijo, pídale una referencia a una nutricionista que podrá trabajar más directamente con usted para obtener resultados.
La obesidad infantil es un asunto familiar
Es difícil cambiar los hábitos de alimentación una vez que se han establecido durante años, y es más difícil todavía cambiarlos en solitario. Por eso si quiere que los cambios que tenga que realizar su hijo en su alimentación sean efectivos, debe tomarse el problema como un asunto de familia. Después de todo, mejorar su dieta también beneficiará al resto de los miembros de su familia.
Idealmente, la forma de tratar un problema de obesidad infantil no es poner al niño a dieta, sino mantener el peso con una alimentación saludable a la espera de que en su próximo "estirón" se vayan equilibrando el peso y la altura.
Para iniciar una forma efectiva de comer más saludable en su familia hágalo en pasos graduales. Elimine las comidas problemáticas primero, como los dulces, sodas azucaradas, cereales con mucho azúcar y vaya haciendo una transición a productos más sanos. Empiece a cocinar de una forma diferente al vapor o a la plancha para eliminar grasas e introduzca poco a poco más frutas y verduras.
Esta aproximación le resultará más efectiva que empezar abruptamente a “comer diferente” porque esto podría producir rechazo en todos. Es mucho más efectivo introducir un pequeño cambio saludable al mes, pero que definitivamente sea adoptado como un hábito, que empezar de forma muy aparatosa una "nueva forma de comer" para volver a las antiguas costumbres en un mes.
Haga que su hijo participe en el proceso de adaptación
Si su hijo es parte de las decisiones que se tomen para que sus comidas y su forma de vida sea más saludable, le resultará más fácil aceptarlas porque no las verá como una imposición.
Llévelo con usted al supermercado, cocinen juntos, sirvan la mesa juntos, hablen de los alimentos y de los beneficios de comer más saludable. No enfoque el problema como un exceso de peso, ni se enfoque en las comidas que "engordan" o "no engordan" porque esto puede ser el inicio de los trastornos de la alimentación. Hable de alimentos y costumbres saludables, o no tan saludables.
Y trabaje también con su hijo para que introduzca el ejercicio en su vida, tanto de forma individual, como en familia. Los resultados de estos cambios le alentarán a seguir adelante ya que educar a su hijo para vivir de una forma saludable es una de las mejores cosas que puede hacer por él.
Comer demasiadas hamburguesas puede producir obesidad y aumento del colesterol. Al igual que se avisa en los paquetes de tabaco, los consumidores deberían estar advertidos de las consecuencias del consumo de ciertos alimentos. Los cambios en la dieta han sido vertiginosos en los últimos años y, como señalan expertos en nutrición, la tendencia es a peor. Comer mal, además, no sólo produce obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares. Están aumentando las alergias e intolerancias y también otros trastornos, de carácter más leve, que merman la calidad de vida. Hasta tal punto que, si no se invierte esta tendencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé algo nunca visto: que los nacidos después de 2000 tengan menos esperanza y calidad de vida que los que nacieron antes.
Los cambios en la dieta han sido vertiginosos en los últimos años
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